Las peores arrugas son los ceños fruncidos.



Ayer, tras mucho tiempo sin vernos, me encontré con una amiga, sonriente:
- "Después de tantos años... y estás como una rosa" - Me dijo en un piropo. Y una ráfaga de calor sonrojó mis mejilllas.
- "Una rosa un poco ajada por la edad" - le contesté.
- "¡Que va! - me dijo - Ni una raya, ni un pliegue... ni una pata de gallo se te ve".
- "¡Será que soy feliz!" - le dije, agradecido.
Es verdad que la cara es el espejo del alma. Y el buen humor dibuja en la comisura de la boca una expresión feliz, coronando un poco más arriba el entrecejo, limpio y terso.
Y es verdad que "las peores arrugas son los ceños fruncidos"... ¡¡¡A que sí!!!


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